"Cuando salía del templo, uno de sus discípulos le dijo: Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios! Y Jesús le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada" (Marcos 13:1-2 BA)

El paradigma de los que sufren

Por: Dr. Álvaro Pandiani

Quebranto, aflicción, padecimiento, amargura, dolor, y muchos otros términos son utilizados para referirse a estados vivenciales negativos, que tienen un denominador común: el sufrimiento. Las personas sufren dolor, sufren angustia, sufren una aflicción, sufren una enfermedad. Las personas sufren.

El sufrimiento es una experiencia universal; todos los seres humanos, e incluso todos los seres vivos en alguna medida, sufren. Quizás no todas las personas lleguen a conocer la felicidad; tal vez haya quienes nunca gocen de buena salud; muy probablemente no sean muchos los que jamás sepan qué es padecer necesidades, y seguramente hay muchísimos para quienes la alegría es solo un destello pasajero en el curso de una vida oscura. Pero todos saben lo que es sufrir. Aún el niño nacido en cuna de oro, al bajar de la misma puede sufrir un golpe; o una quemadura. O puede sufrir falta de amor.

El sufrimiento es democrático, todos participan de él; es el comunismo perfecto: queda abolida la diferencia de clases. Es atravesar por momentos, por experiencias o vivencias negativas, desagradables y/o dolorosas;
  • sea una enfermedad, en cuyo caso hablamos de sufrimiento físico;
  • sea una decepción, desengaño o desilusión, sufrimiento del alma; o
  • sea contemplar la degeneración progresiva del hombre y la sociedad, y ahí hablaríamos de sufrimiento moral o del espíritu.
Quién padece un dolor agudo, experimenta una vivencia de angustia; quién padece un dolor crónico, una vivencia de depresión; ambos sufren. El sufrimiento puede considerarse en líneas generales una consecuencia del pecado; dice en
Génesis 3:17: “maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida”
Su universalidad es testimonio de la universalidad del pecado; leemos en
Eclesiastés 7:20: “ciertamente no hay en la tierra hombre tan justo, que haga el bien y nunca peque”.
El sufrimiento humano es mudo testigo de los efectos devastadores del pecado. Al hablar del sufrimiento, es oportuno considerar la historia de Job.

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